Éste es LISA. No, no es un travesti: se trata del Laser Interferometer Space Antenna, o Antena Espacial de Interferometría Láser, si preferís. Se trata nada más y nada menos que del mayor aparato científico que se va a lanzar al espacio, el cuál se encargará de verificar una de las consecuencias de la teoría de la relatividad general, predicha por Albert Einstein en 1915: las ondas gravitacionales, que todavía no se han detectado de manera fidedigna. Podéis ver más detalles tras el gravitacional salto.
El motivo principal de que aún no hayan sido detectadas las ondas gravitacionales es su debilidad. Para poder captarlas, el triple dispositivo científico constará de aparatos separados cada uno del otro por 5 millones de km, formando un triángulo equilátero. Para que nos hagamos una idea, eso son 13.000 veces la distancia Tierra-Luna. Cada uno llevará un pequeño cubo de una aleación de oro y platino, los cuales tienen un tamaño de arista de 4′6 cm, necesarios para efectuar las medidas.
Jim Hough, de la Universidad de Glasgow, afirma que las ondas gravitacionales “se producen cuando objetos masivos como agujeros negros o estrellas colapsadas se aceleran en el espacio, quizá porque estén siendo atraídas por otro objeto con un gran campo gravitatorio, como otro agujero negro”.
Al parecer es la última parte de la teoría de la relatividad que queda por ser comprobada. Se estima que estén en funcionamiento en 2020. ¿Por qué toda esta inversión de tiempo y dinero? Cuando averigüemos más sobre la naturaleza de las ondas gravitacionales, nuestro conocimiento sobre el universo podrá ser más profundo, incluso sobre los objetos que las producen, como los agujeros negros.
Habrá que esperar para ver si LISA, proyecto conjunto de la NASA y la ESA, hace que la teoría de la relatividad se transforme en “ley de la relatividad”, si acaso no debiera llamarse ya así. — Javier G. Pereda [LISA vía The Telegraph]
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