En un mundo paralelo, donde las fantasías de corte steampunk fueran reales, seguramente no sería extraño encontrar grandes relojes urbanos movidos por vapor. Como nuestra línea histórica de acontecimientos hace ya mucho que abandonó la era del carbón y el acero, al menos por lo que al vapor se refiere, este tipo de fantasías quedan arrinconadas en una esquina de la imaginación de un pequeño sector de la ciencia ficción. Pero, de vez en cuando, hay quien desea llevar lo fantástico al mundo material y, entonces, surgen maravillas como los relojes a vapor de Raymond Saunders. Me encantan estos artilugios, será porque todo lo que huela a steampunk me apasiona. Saunders es un relojero canadiense que ha construido gran número de máquinas para medir el tiempo con características singulares. Por lo general se trata de adaptaciones de relojería para parques de atracciones o similares, pero lo que realmente llama la atención de su producción son los relojes a vapor. En 1977 recibió el encargo de contruir algo muy especial para el distrito de Gastown, en Vancouver. Se trata del primer reloj de vapor jamás construido, o al menos eso se dice a falta de que aparezca alguna referencia sobre artilugios similares más antigua. Eso sí, hay que hacer la excepció con el ingenio que creó el mecánico británico del siglo XIX John Inshaw, aunque en su caso el reloj que diseñó era más bien un mecanismo para demostrar la eficacia de los sistemas de vapor que fabricaba, más que una máquina pensada como sencillo ornamento. Poco importa, lo verdaderamente atractivo es la máquina en sí, que Saunders ha replicado en al menos otras seis ocasiones gracias a encargos de otras ciudades del mundo, como la japonesa de Otaru.
El reloj de vapor de Gastown es toda una maravilla. Su corazón está formado por una máquina a vapor de un pistón basada en un modelo empleado en la construcción de grandes maquetas. El vapor no se genera en la máquina, claro está, sino que proviene del sistema general de Vancouver canalizado bajo las calles. El resto de las entrañas de la máquina está formado por todo un complejo entramado de engranajes y un sistema eléctrico auxiliar que permite que esta abigarrada atracción turística permanezca en funcionamiento permanentemente. La hora se refleja en las agujas dispuestas en cuatro cuadrantes, uno por cara, marcando las horas y los cuartos con el sonido característico de una sirena con la melodía típica de los Cuartos de Westminster.
| Vía: Siguiendo una pista de Atlas Obscura | Imagen: Wikimedia Commons |
"
No comments:
Post a Comment