Sigo recibiendo pruebas de concepto interesantes sobre la decisión de integración completa de mi página en Facebook que comenté en esta entrada anterior. Un par de semanas después de iniciada dicha integración, y a falta de mejorar varias cosas en ella, Facebook se ha convertido en una pestaña permanentemente abierta en mi navegador, y en un elemento fundamental en la difusión de las cosas que escribo.
Las entradas del blog reciben un número elevado de impresiones a través de la red social, impresiones que seguramente supongan una relativa extensión de los demográficos habituales del mismo. A efectos de feedback, los Likes se reparten entre los recibidos a través de la página de cada entrada individual en el blog y los recibidos directamente en Facebook, mientras que los comentarios, en algunos casos, se aproximan o mejoran en número a los que reciben las entradas en el blog. En términos generales, el papel de Facebook como referrer de tráfico se ha incrementado notablemente. En el caso que ilustra esta entrada, podemos ver 41 likes recibidos en Facebook frente a 17 en la página de la entrada, y 22 comentarios en Facebook frente a 26 en su contrapartida (y en este caso, a 24 más en la página del artículo en Expansión): una retroalimentación completa, con matices diferentes en cada caso, y que indudablemente mejora la recibida a través de un solo canal.
Obviamente, el uso de Facebook como canal tiene sus detalles curiosos y que irán evolucionando con el tiempo: las posibilidades de moderación son diferentes y más limitadas que las que uno puede poner en su blog: la premoderación no existe, mientras que la postmoderación ofrece, en contrapartida, posibilidades muy superiores vinculadas a la identificación generalmente unívoca de los usuarios. El spam, por ejemplo, es muy habitual: muchos usuarios de Facebook consideran una página con tráfico un lugar ideal para “anunciarse” ellos o sus empresas, o para popularizar causas que nada tienen que ver con el contenido de la misma: mi política, en esos casos, está siendo la eliminación manual de dichos comentarios con independencia del tipo de información o de mi posible simpatía con la causa en cuestión, porque en caso de generalizarse ese comportamiento, el resultado sería malo tanto para la página como para su comunidad de usuarios. Cuando alguien insiste, simplemente lo bloqueo, eliminando toda posibilidad de aportación posterior a la página.
Un último detalle a mejorar: las estadísticas de la página de Facebook, tanto en nivel de detalle como, sobre todo, en velocidad de actualización. No parece de recibo que en una herramienta de este tipo, haya que esperar varios días para ver resultados consolidados. Pero incluso con este detalle, y tras un par de semanas de pruebas, me parece razonable pensar que el futuro, al menos cercano, nos ofrezca compromisos de este tipo: páginas “con dos caras”, una a la web y otra a Facebook, esta segunda con una pujanza que se va a hacer difícil ignorar.
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